Hablar de literatura no es algo que se hace
todos los días y mucho menos algo que lo hace todo el mundo. Para mí sería algo
cómodo y sencillo, que no implica ninguna complicación ni esfuerzo. Sería como
hablar de mí misma.
Al principio empecé a leer para aprender bien
francés, pero sobre todo, para dejar de hacer faltas de ortografía. Recuerdo
cómo mi madre me daba vía libre para comprarme los libros que quisiese y
cuantos gustase. Y así, por extraño que parezca me interesé por los clásicos de
teatro, sobre todo por Molière. A la
edad de 13 años ya me había leído su obra completa y descubría las tragedias
griegas de Sófocles. Con el tiempo, me he dado cuenta de que realmente no
entendía esos libros, las críticas feroces a la sociedad y a la burguesía de Molière
me sacaban alguna que otra carcajada, pero nada más. Para mí eran historias
divertidas y diferentes, historias que sí, tenían un trasfondo, pero un
trasfondo que se me escapaba de las manos. Con el tiempo terminé leyendo un poco de todo,
pero lo más importante es que finalmente entendí aquellas frases que un día me
fueron indiferentes.
Los libros han llegado a representar una gran
parte de mí misma y no son sólo un pasatiempo. Por extraño que parezca, recuerdo
cuándo leí cada libro de mi estantería, por qué lo hice y cómo me hizo sentir.
Para mí cada libro tiene un trasfondo sentimental y sería incapaz de venderlos,
regalarlos o cualquier otra cosa. Supongo que dentro de unos años, cuando viva
enterrada entre estanterías y baldas, ya no piense lo mismo, pero hasta
entonces…
Vivir en otra ciudad, y fuera de casa implica
entre otras cosas tener menos libros. Fue una verdadera tortura decidir qué
afortunado se venía conmigo y cuál no. Al principio quise llevarme todos mis
preferidos, luego me decidí por los que podría necesitar, y finalmente, tras
muchos días sacando, organizando y seleccionando libros, sólo me llevé dos: Les Fleurs du Mal de Baudelaire y Las Metamorfosis de Ovidio. Pero para
evitar llevarme más “caprichos” dejé en la parte trasera de las baldas los que pudiesen
tentarme y los tapé por delante con otros menos atractivos.
¿Por qué un blog de libros y literatura? Porque
es lo que nos gusta. Es lo que nos hace ser como somos, lo que nos motiva y nos
anima. Lo que nos emociona. Lo que nos
hace olvidarnos de las cosas malas y nos transporta a otras realidades. Lo que
nos enseña y nos sorprende. Porque es el mejor regalo que se puede esperar.
Y porque
sin libros mi maleta iría vacía los fines de semana.
Maialen Aparicio Fernández, lectora empedernida.
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